Estando conscientes de nuestra responsabilidad con la sociedad en general, pero especialmente con las nuevas generaciones de mexicanos, la Gran Logia de la Ciudad de México (GLCM) toma el camino de enfrentar la dura realidad de la falta de penetración y la dudosa estima que nuestra querida Orden tiene ante la vista de aquellos que esperan lo mejor de nosotros y que al paso de cientos de años, se ve mermada por la desesperanza en un mundo donde lo más oscuro de la humanidad nos arrebata la joya más preciada de nuestro futuro: la juventud.
No podemos cruzarnos de brazos y estando consientes que podemos y debemos encauzar a las nuevas generaciones incluso antes de alcanzar la edad adulta, es que aplicamos nuestro tiempo para hacer efectivas lo bien aprendido en la masonería, a través de un método que ha mostrado su eficacia cuando es conducido con optimismo, templanza y sabiduría: el Ajefismo.
Por ello, nuestra admiración por aquellos jóvenes que aceptan luchar junto a nosotros por lograr una patria “más justa y generosa, a la que le dedicamos nuestra existencia”, como miembros de la Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad.
“Cosechamos lo que sembramos”.
¿Qué es el Ajefismo y cómo puedes ingresar?
El Ajefismo es un movimiento juvenil basado en un modelo de organización promovido y auspiciado por la masonería de varios países en América Latina, a favor de los jóvenes entre las edades de 14 a 21 años.
El concepto es una consecuencia de las siglas “A. J. E. F.” que corresponden al nombre oficial de la Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad, surgida en Cuba en 1936 y que se ha difundido en países como México, Venezuela, Guatemala, El Salvador y Honduras.
En México, funciona desde 1939 y actualmente se practica todas las principales poblaciones del país, al amparo de las diversas obediencias masónicas que funcionan en toda la República Mexicana.
Para lograr su adecuada operación, los miembros de la asociación se congregan en grupos de trabajo llamados “logias de la A. J. E. F.” o simplemente “logias AJEF”, las cuales están compuestas por los jóvenes miembros de la misma, reuniéndose en los espacios que proporcionan las logias masónicas.
En la GLCM, la logia AJEF, organiza su operación bajo un esquema de autogobierno y autoformación, pero siempre bajo la supervisión de maestros masones calificados para brindar apoyo como instructores y con la aprobación de la Gran Logia.
Esta operación se integra de una agenda de reuniones y temarios de estudio aprobados por los mismos jóvenes, en el entorno de una práctica ceremonial que exalta los valores de la asociación, desde el momento mismo de la aceptación como un nuevo miembro, al cual se le tratará a partir de su ingreso como un “hermano”, en un sentido espiritual y de completa camaradería.
Ya como nuevo hermano, también denominado ajefista, adquiere derechos y obligaciones en completa igualdad que los demás miembros, obteniendo en el curso de su permanencia, así como distinciones ligadas exclusivamente al trabajo bien logrado y al cumplimiento de los valores y principios que la logia le inculca.
Estos valores y principios se engloban en premisas que exaltan aspectos necesarios para una juventud integralmente preparada y bien encauzada, como su inquietud por comprender su condición de ser humano, y alcanzar la sensibilidad a la que no le es ajena ni indiferente la Humanidad.
Este joven integral, percibe el dolor y la desgracia ajenas y persigue gastar el cúmulo de energía de esa juventud en provecho del bienestar colectivo.
El Ajefista aprende el respeto por sus padres y sus maestros y busca en ellos un ejemplo y no una alternativa de confrontación, sino de sabiduría, incluso en la adversidad, buscando un consejo de la experiencia de la vida, en el adulto exitoso y en el que ha sufrido, en el rico y en el pobre, para encontrar bondad hasta en aquellos que creen haberla perdido.
El Ajefista se esfuerza por ser «abeja laboriosa que liba la miel del amor fraternal y de la cordialidad, no zángano de ociosidad parásita o comején destructor».
El Ajefista reverencia a Dios y admira su obra, sin importar en que religión se le defina, o incluso fuera de ellas, como el principio generador que revela la inferioridad del hombre ante la majestad del Cosmos y como una conexión sublime para el sentimiento de los seres humanos, que deben tolerarse como hermanos del mundo.
El Ajefista acepta este Ser Supremo como una causa espiritual; rechaza los odios y las guerras que surgen de la ciega abnegación y la imposición de las creencias, sosteniendo por arriba de todo convencionalismo, que la fe humana es un acto natural de encuentro con la contemplación e introspección personal, y no debe por ningún motivo ser secuestrada para fines materiales, por aquellos que imponen su poder sobre los indefensos, en cualquier tiempo y en cualquier parte del mundo.
El Ajefista aprende a amar a su patria a través del respeto a los demás y al amor que los jóvenes de otras naciones tienen por la suya, promoviendo el encuentro de las culturas y hermanando a todos sin importar raza, religión o estatus social o ideológico, esforzándose por alcanzar una «conciencia colectiva mundial»
Es en este esfuerzo, que el Ajefista pone su grano de arena para combatir los vicios que corroen el alma y denigran el cuerpo, que embrutecen al hombre y a las sociedades.
Aprende a practicar la temperancia en todos los goces materiales y espirituales, y no olvidar que los excesos conducen a la destrucción y a la infelicidad.
Aprende a moderar su lenguaje, conducta y acciones, y a ser discreto, ni hacer ufana ostentación de sus virtudes y de sus triunfos.
Aprende a ver que el fracaso no sea la meta de sus esfuerzos, sino estímulo para nuevos intentos.
Aprende el valor de la filantropía, la justicia y el decoro.
Aprende en un sentido práctico, a reconocer su momento exacto en el mundo y accionar sus sentidos para lograr sus más valiosos ideales que encuentran en la juventud la catapulta para comenzar a luchar por ser una persona mejor.
Como Ajefista, se tendrán derechos y obligaciones, que comienzan con un compromiso de asistencia a las reuniones y en la participación del trabajo colectivo donde aprende a obedecer y a dirigir, ganando amigos y hermanos.
El Ajefismo es una comunidad juvenil con resultados participativos.
Al cumplir los 21 años, el ajefista habrá reconocido el camino recorrido y podrá si lo desea seguir con este camino de continua enseñanza y aprendizaje, o solamente poner en práctica estas experiencias en su vida particular.
Para ser aceptado en esta institución se requiere:
· Tener entre 14 y 20 años con 6 meses.
· Tener una idea clara de sus objetivos y funcionamiento y estar de acuerdo con ello.
· Creer en un Ser Supremo (sin importar su definición).
· Llenar una solicitud de Ingreso.
· Cumplir con las entrevistas de acercamiento con los miembros de la logia AJEF a las que fuera requerido.
· Cubrir los derechos de ingreso.
· Ser aceptado para pertenecer a una logia AJEF.
Si posees un legítimo interés en pertenecer a esta institución, favor de comunicarlo a algún conocido ajefista o masón, quien te canalizará adecuadamente.
En caso de no conocer a alguien en estas circunstancias, puedes manifestar tu interés en los siguientes correos electrónicos:
granmaestro@glcm.org.mx
gransecretario@glcm.org.mx
Logias AJEF bajo la jurisdicción de la GLCM
Logia AJEF “Esparta” No. 1
Logia AJEF “Lázaro Cárdenas” No. 2
Logia AJEF “José Martí” No. 4
Logia AJEF “México” No. 7